Mad Men. Primera temporada. Capítulo 1.


Estamos en la Nueva York de principios de los sesenta. Don Draper es el gerente del departamento creativo de la agencia de publicidad Sterling Cooper.  Rachel Menken es la hija del dueño de una tradicional tienda departamental que evalúa contratarlos para incrementar sus alicaídas ventas. Hubo una primera reunión fallida -en buena parte gracias al machismo y la soberbia de Draper. Al enterarse de esto, Roger Sterling, uno de los dueños de la agencia, le pide a Draper que intente intente disculparse con Menken y conseguir la cuenta.
Se vuelven a encontrar en un bar. La charla es mucho más personal que de negocios. Él le pregunta a Menken por qué no está casada, ya que, siendo una "mujer hermosa y educada", podría estarlo y evitarse todos los problemas de la tienda de su padre. Ella le dice que le gusta su trabajo y que además no se ha enamorado todavía. Él le muestra su excepticismo respecto del amor ("La razón por la que usted no lo ha sentido es porque no existe. Lo que usted llama amor fue inventado por tipos como yo para vender medias de nylon"). Y de paso, su postura casi nihilista frente a la vida. Estamos solos, no hay más que esto, el futuro no existe. Ella le contesta "Sr. Draper, no sé en qué cree usted realmente, pero sí sé cómo se siente estar fuera de lugar, desconectado; ver el mundo entero desplegado frente a uno tal cual otra gente lo vive. Hay algo en usted que me dice que usted también lo sabe." Sr. Draper, detrás de esa seguridad y de sus frases inteligentes, puedo sentir su desencanto, su tristeza. Los puedo sentir porque son también los míos. Porque tal vez usted, como yo, aunque no lo sepa, crea en algo más, intuya que puede haber otra vida. Él titubea, intenta rearmarse, pedir otra vuelta de tragos, pero ella se despide.


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