Curitiba

Fotos: Fernando Pellegrinet

La vereda irregular de grandes adoquines me obliga a una posesión del suelo diferente a cada paso. /// Un colectivo plateado, de diseño futurista, se detiene junto a un gran tubo de cristal polarizado. El intercambio de pasajeros es a través de dos grandes puertas. Los que abandonan el tubo eligen entre una escalera o una suave rampa. Ya en la vereda, caminan a la sombra de una torre de hormigón y cristal, cuyo basamento está cubierto por una frondosa terraza verde. /// Negocio antiguo, típicamente brasileño, sobreviviendo entre opacos y racionales edificios de segunda mitad del siglo veinte. Pintado de amarillo fuerte, con aberturas y toldo rojos -un cartelito blanco en imprenta roja rezando "Zapataría" y "Chaveiro". /// Por detrás, dominando el skyline, mirando hacia un futuro donde todo es posible, una moderna torre minimalista, por supuesto, blanca. /// Estoy extenuado por el viaje, hace mucho calor -algunas personas caminan con sombrilla- y no quiero correr el riesgo de una gastroenteritis almorzando en cualquier lanchonete (los restaurantes ya están cerrados a esta hora de la tarde). /// Sólo por hoy prefiero un no lugar y una no comida. Entro en un shopping. Lo único que me sorprende es un mostrador de alfajores marplatenses. ///  Ciento veinte kilómetros de bicisendas. /// La nueva moda new rich del lujoso edificio "neoclásico" también acá -con mansarda y todo-, pretenciosa, artificial en el sentido de horrible. /// Edificios en forma de sector circular, torre cilíndrica adosada al centro, remate en cúpula-mirador de acero y vidrio. Adentro, miles de libros, computadoras con internet, todo de acceso público y gratuito. De noche, en cincuenta puntos de la ciudad, las cúpulas se iluminan. Se llaman Faróis do Saber. /// En Curitiba hay un urbanismo. /// Desayuno en el hotel. Un nene de unos cinco años abandona la mesa que comparte con sus padres y camina hacia otra donde hay otra pareja con un bebé. Los observa con atención. La pareja le sonríe. Inician el clásico cuestionario. Ella le pregunta cómo se llama, cuántos años tiene. Él le pregunta de dónde es. "¡De un condominio!", responde el nene. /// Condominio fechado: country, barrio cerrado /// Un amigo me cuenta que en San Pablo existe un megacondominio llamado Alphaville. Viven cincuenta mil personas. Tiene escuelas, universidades,  hospitales, centros comerciales. Hace poco salió en las noticias que un chico de ocho años salió por primera vez. /// Si naciera hoy Siddartha, ¿nacería en un country? /// Sucesión de impresiones fragmentadas, cierta incomodidad: una caminata mental sobre adoquines. /// AAAtención. Parques de Curitiba. Magníficos. Césped colchón, impecable, lagunas, arboledas con araucarias, mata atlántica originalarroyos, cascadas, pasarelas, bosque. Ideales caminata, rollers, gimnasia, running. Bares, teatros, centros culturales. Apto turistas, deportistas, paseantes de fin de semana. Veintitrés unidades disponibles. /// Carriles exclusivos, ómnibus espectaculares, bicisendas, señalización clarísima, radares. En Curitiba hay un urbanismo que aspira seriamente a una violencia controlada. /// Escucho decir a un hombre en un bar: "Si no fuera por mi hijo, no viviría en esta ciudad." Prefiere el nordeste, aun con el asedio de la pobreza en las calles. /// La negritud está ausente. El samba y la bossanova no podrían haber nacido aquí. No es casualidad el módico carnaval y su sambódromo de una sola noche. /// Passeio Público: zoológico, centro, prostitutas, serpientes, jubilados, turistas, papagayos, amantes, tortugas, mendigos, patos, deportistas, borrachos, travestis, antropológico, el paseo más público de todos. /// Según un curitibano, el shopping es el "deporte local". Treinta shoppings, uno de veintiséis pisos. /// La cantidad de áreas verdes triplica lo recomendado por la OMS. /// Curitiba promete lo máximo que puede prometer la ciudad contemporánea.


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